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EL RACISMO ES ANATEMA PARA DIOS


Aviso: Esta es una publicaciĆ³n para personas que profesan haber nacido de nuevo, ser creyentes de la Biblia y cristianos activos. EstĆ” escrito desde una perspectiva bĆ­blica, que es el fundamento de cualquier creencia que profesamos o adherimos como cristianos. Si no estĆ” de acuerdo con algo que escribo, comparta los versĆ­culos de la Biblia y su contexto para apoyar su argumento.

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Esta ha sido una semana horrible en los Estados Unidos de AmƩrica. MƔs de 100,000 personas han muerto debido a COVID-19 y estamos nuevamente envueltos en la tragedia de un hombre afro-americano asesinado por un oficial de policƭa blanco.


PermĆ­teme recordarte, Cristiano que eres nacido de nuevo, que lees la biblia, que diezmas, ayunas y oras; Cristiano de cualquier color, raza, nacionalidad, estatus social o econĆ³mica y denominaciĆ³n, que CADA uno de nosotros, cada ser HUMANO, es creado a imagen y semejanza de Dios. Repite conmigo, Dios nos creĆ³ a su imagen. Si no crees esto, eres racista.

Tu has sido hecho asombrosa y maravillosamente; al igual, cada persona morena, negra, roja, amarilla, blanca o de cualquier otro color en el espectro de hermosos tonos de piel que Dios creĆ³, todos a su imagen. Por favor, no digas que "no ves raza ni color" cuando fue Dios mismo quien deliberadamente nos hizo a todos tan maravillosamente diferentes. Debes alinear tu visiĆ³n para ver el caleidoscopio de las razas a travĆ©s de su maravilloso y glorioso propĆ³sito para la humanidad. Si no crees esto, eres racista.

Dios tiene un propĆ³sito y un plan para prosperarte, para darte esperanza y un futuro, y tambiĆ©n tiene el mismo propĆ³sito y plan para cada persona morena, negra, roja, amarilla o blanca. Si no crees esto, eres racista.

Eres parte de un linaje escogido, real sacerdocio, naciĆ³n santa, pueblo adquirido por Dios; y tambiĆ©n cada persona morena, negra, roja, amarilla o blanca que ha recibido a Jesucristo como su salvador personal. Si no crees esto, eres racista.

Dios, a propĆ³sito, intencional y estratĆ©gicamente creĆ³ tu color, raza, nacionalidad y gĆ©nero para este lugar y tiempo, para que puedas servir a tu generaciĆ³n; y tambiĆ©n creĆ³ a cada persona morena, negra, roja, amarilla o blanca por esa misma razĆ³n. Si no crees esto, eres racista.

La raza humana fue creada de un hombre. Compartimos el mismo padre, AdĆ”n, y la misma madre, Eva. Si no ves a tu vecino moreno, negro, rojo, amarillo o blanco como tu igual, entonces no estĆ”s alineado con la palabra de Dios. Cuando sientes, piensas o asumes que Dios te favorece sobre los demĆ”s y eres privilegiado, no estĆ”s alineado con la palabra de Dios. Dios ha aclarado repetidamente en su Palabra que no tiene favoritos, que no hace acepciĆ³n de personas y que no hace distinciones basadas en lo social, econĆ³mico, clase, nacionalidad o raza, como lo hacemos los humanos. Ɖl mira el corazĆ³n. Si no crees esto, eres racista.

El mayor mandamiento que JesĆŗs nos dio fue "ama a tu prĆ³jimo como a ti mismo". Esta es una acciĆ³n que no nos viene naturalmente, es por eso que lo convirtiĆ³ en una orden. No es una parte opcional de nuestro cristianismo; Es la esencia del cristianismo. Debemos ser intencionales en incorporar y hacer de este comando una parte integral de nuestro caminar cristiano. Eso significa que si la otra persona no se parece a ti, no habla como tu, no se viste como tu, no come la misma comida que tu, no vive en el mismo vecindario o va a la iglesia que tu, aĆŗn debes amarla. Y para amarlas debes buscarlas intencionalmente, tener comuniĆ³n con ellas, comer con ellas, darles la bienvenida a tu hogar, visitar sus hogares y ver inequĆ­vocamente su humanidad como igual a la tuya. Ustedes son iguales ante los ojos de Dios. Si no haces esto, eres racista.

Cuando tu vecino es irrespetado, discriminado, herido o encarcelado por el color de su piel, su origen Ć©tnico o nacionalidad, debemos defenderlos y cuidar de ellos, asĆ­ como el buen samaritano cuidĆ³ de un extraƱo herido. Si permaneces en silencio, incluso las piedras gritarĆ”n, y el incrĆ©dulo se levantarĆ” y hablarĆ” contra ti en el DĆ­a del Juicio. Si no haces esto, eres racista.

Cuando escuchas que grupos de personas son difamados y etiquetados como violadores, delincuentes u hombres malos debido al color de su piel, su origen Ć©tnico o su condiciĆ³n de inmigrantes, tu voz de indignaciĆ³n justa debe ser elevada independientemente de quiĆ©n lo haya dicho; y si la persona que pronuncia tal calumnia pretende ser un creyente, entonces tu correcciĆ³n y juicio deben ser tan rĆ”pidos como cuando JesĆŗs condenĆ³ a los fariseos, "Ā”ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipĆ³critas ...". JesĆŗs no se mordiĆ³ la lengua y tĆŗ tampoco puedes. Si no haces esto, eres racista.

Cuando veas el asesinato de una persona por parte de un oficial de policĆ­a debido al color de su piel, como nuestro hermano George Floyd de Minnesota, no debes permanecer en silencio. En este mismo momento su sangre estĆ” clamando desde la tierra por justicia. Debes amplificar su voz con la tuya. La Biblia nos llama explĆ­citamente a buscar justicia y corregir la opresiĆ³n. La palabra "justicia" se menciona mĆ”s de 2,900 veces en la Biblia. Ā”La "justicia" se menciona dos veces mĆ”s que el "amor" o el "cielo"! Dios claramente prioriza la justicia y promete bendiciones cuando actuamos con justicia y hacemos lo que es correcto ante sus ojos. El teĆ³logo Dietrich Bonhoeffer dijo: "El silencio frente al mal es el mal en sĆ­ mismo". Si no haces esto, eres racista.

El racismo es anatema para Dios. Aborrece el racismo porque creĆ³ a cada ser humano a su imagen perfecta. Te conviertes en una abominaciĆ³n a Dios cuando desprecias arrogantemente su creaciĆ³n y Ć©l nos ha informado que eso no quedarĆ” sin castigo. Si eres racista, ve ante su trono de gracia, arrepiĆ©ntete y pĆ­dele que transforme tu corazĆ³n. Cristiano, elige este dĆ­a a quiĆ©n servirĆ”s. LevĆ”ntate y toma tu lugar en el amoroso plan de Dios para la redenciĆ³n de toda la humanidad y no solo de unos pocos privilegiados. Dios ya nos ha dado una vista previa de la gloriosa reuniĆ³n que nos espera en su trono, donde seremos parte de las multitudes de cada naciĆ³n, tribu, color e idioma. Espero verte allĆ­.

A su nombre, gloria,

Janie Flores

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